Robert Crumb proponía, a través de su estrafalario personaje Mister Natural, un mantra infalible para alcanzar la perfección y, de paso, la felicidad absoluta. La fórmula espiritual crumbiana venía a ser algo así como “Ohket ont okes oy”, y el barbudo y rechoncho gurú recomendaba repetirla tantas veces como fuese necesario, hasta que el sujeto en cuestión llegara a entender sin ambages el mensaje exacto del soniquete...
Doy fe de que, si lo repites muchas veces, tarde o temprano llegas a comprender el recado (incluso yo, que no soy un iluminado, hace ya tiempo que lo capté, y tengo que admitir que acabé adoptándolo para usarlo cuando algo me sale mal). No garantizo, sin embargo, que alcanceis siempre el nirvana...
Sed buenos y repetid el mantra.
Doy fe de que, si lo repites muchas veces, tarde o temprano llegas a comprender el recado (incluso yo, que no soy un iluminado, hace ya tiempo que lo capté, y tengo que admitir que acabé adoptándolo para usarlo cuando algo me sale mal). No garantizo, sin embargo, que alcanceis siempre el nirvana...
Sed buenos y repetid el mantra.