martes, 11 de septiembre de 2012

Sed buenos


Queridos amigos: como bien sabéis, soy sarraceno en tierra infiel y vivo en pecado con una cristiana. Sin embargo, y a diferencia de Otelo, yo confío plenamente en mi señora, que podría pedirme educadamente que me esfumara pero que, hasta la fecha, no lo ha hecho. Supongo que será por algo.
Mi costilla, que por fortuna o por desgracia es un híbrido entre botifler de rancia cuna y protestante centroeuropea, nació  en la que fue la hermosa Medina Majurca. Carece de fortuna y prefiere hablarnos a mí y a nosso -por ahora- único vástago en castellà, aunque también podría hacerlo con mayor o menor soltura en la llengua d’en Ausiàs March, en la de Milton, en la de Edith Piaf o en la de Kafka. También sabe jurar en arameo, pero esa es otra historia.
En Gomila, nuestro mestizo barrio, ya nos han confundido con bálticos blancos, con moros de marea, con guiris nacidos de una gamba y -en una ocasión- hasta con una familia mandinga (en realidad el confundido vendía cupones de la ONCE y en la penumbra no pudo distinguir el tono de nuestras pieles).
Nuestra extraordinaria mezcla de sangres nos ha hecho inmunes a los berridos proferidos por papanatas que ondean banderas, pero nuestra experiencia en el noble arte del cambio de domicilio nos ha hecho también precavidos:  ¡cuántas buenas personas perdieron su cabeza por el arranque de un atontao que se creía mejor que ellos!
Todo esto era sólo para pediros que seáis buenos, que no os comportéis como estúpidos e insolidarios patanes, que seáis comprensivos ante la diversidad, que dejéis en paz los trapos de colorines y que respondáis con una sonrisa a todo el que no haya demostrado no merecerla.