Se nos pasa la vida haciéndonos
pajas con la ingeniería civil y soñando con volar en Ryanair a Cancún. Se nos
olvida casi siempre, sin embargo, que las grandes obras de Kefrén, Gaudí o Santi
Calatrava sólo fueron posible porque unos pomposos gilipollas con aires de
grandeza decidieron dotarse de una mansión, de una tumba o de un puente aún más
aberrante que el de sus también pomposos
vecinos, demostrando así que habían exprimido con más eficacia a sus obreros en
la fábrica textil, a sus payeses en las crecidas del Nilo o a sus estúpidos votantes.
Y se nos olvida, finalmente, que para que un tontolaba pueda volar barato a la
Riviera Maya, otros tendrán que subvencionarlo con sus impuestos o sus salarios
de miseria.
Nacimos pa vivir en grupos
pequeños en los que todos se conocieran por el nombre de pila, dónde las leyes fueran
pocas y justificadas. Y sobre todo nacimos pa cazar y recolectar, pa no tener
caries, ni tiranos constructores de pirámides. Por eso no quiero rey, pero
tampoco república. Sólo cerveza con tapa.
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