El rabioso sistema neoliberal que domina nuestro bonito planeta desde hace ya bastante tiempo requiere para su funcionamiento de líderes a los que no le tiemble la mano cuando toman decisiones. En un mundo tan competitivo, la selección de esos líderes debe hacerse entre individuos intrépidos con encanto superficial que, dejando a un lado los remordimientos, sean capaces de resolver problemas “difíciles” sin despeinarse.
Por eso, para ser un buen “escalador” resulta muy ventajoso saber dejar aparcados los sentimientos y disponer de zippi-visión, ese mecanismo que te ayuda a ver a los demás como objetos que te rodean y están a tu servicio.
El buen funcionamiento de la empresa, a cuya cabeza se encuentran los líderes, es el objetivo. A cambio, el sistema permitirá que sus líderes muestren ciertos comportamientos extravagantes, y aplaudirá ciertas dosis de frívolidad e incluso de promiscuidad. Imagino que a su mente ya se han asomado varios ejemplos recientes.
Ustedes me dirán ahora que en los tres párrafos que anteceden a este, todo resulta obvio y que no he escrito nada nuevo. Pero si yo les recuerdo ahora que entre los principales síntomas de la psicopatía se encuentran la ausencia de remordimientos, la carencia de empatía hacia tus semejantes, el egocentrismo radical, la “cosificación” de los demás, las carencias emocionales, los trastornos de la personalidad, la extravagancia, la promiscuidad y la ausencia de culpa, convendrán ustedes conmigo en que tenemos un problema.
En un mundo como el nuestro, un tipo normal y honrado nunca podrá competir con alguien que es así por naturaleza. En todo caso, sólo podrá llegar a imitarlo. Por eso nuestros parlamentos, nuestras empresas y, en general, todos los centros de poder se están convirtiendo en sobredimensionados depósitos de psicópatas. Es lo que el psiquiatra Andrew M. Lobaczewski ha denominado “patocracia”, un sistema paradójicamente injusto que busca el malestar generalizado y la infelicidad de la mayoría de los ciudadanos.
En este “gobierno de los psicópatas” todo queda justificado con el bienestar de los iluminados que siempre creerán ser merecedores de lo que les ocurre. Se admiten propuestas dirigidas a evitar toda esa mierda.
jolín!, estoy excesivamente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarfans nº 2